En 2008, Juan Carlos Chebez escribía en las “Reflexiones en voz baja” de su gran obra Los que se van: “Bonito y perdido en las lagunas barridas por el viento, el macá tobiano sigue enfrentando su destino como siempre, en soledad”. Y desde esas páginas convocaba a naturalistas, biólogos y administradores de recursos para que trabajaran por esta especie. Porque hasta entonces los estudios sobre la situación de estas aves acuáticas habían sido escasos y aislados, aunque se sabía que sus poblaciones tenían problemas.
El macá tobiano (Podiceps gallardoi), descrito en 1974 por el naturalista Mauricio Rumboll, es una ave acuática endémica de la Patagonia que en los inviernos visita la costa atlántica y en los veranos nidifica en lagos y lagunas de las mesetas de altura de la provincia de Santa Cruz. Fue en los años siguientes al mensaje de Chébez que especialistas de distintas disciplinas pertenecientes a las organizaciones Ambiente Sur y Aves Argentinas, con el apoyo de técnicos de Parque Nacionales, realizaron un exhaustivo conteo de la especie y dieron la voz de alarma: en poco más de dos décadas la población había decrecido un 80 por ciento. Comprendieron que era necesario establecer un área protegida que abarcara por lo menos parte de los ambientes que el macá utiliza para su reproducción.
Por las tierras del Macá
En 2008, Juan Carlos Chebez escribía en las “Reflexiones en voz baja” de su gran obra Los que se van: “Bonito y perdido en las lagunas barridas por el viento, el macá tobiano sigue enfrentando su destino como siempre, en soledad”. Y desde esas páginas convocaba a naturalistas, biólogos y administradores de recursos para que trabajaran por esta especie. Porque hasta entonces los estudios sobre la situación de estas aves acuáticas habían sido escasos y aislados, aunque se sabía que sus poblaciones tenían problemas.
El macá tobiano (Podiceps gallardoi), descrito en 1974 por el naturalista Mauricio Rumboll, es una ave acuática endémica de la Patagonia que en los inviernos visita la costa atlántica y en los veranos nidifica en lagos y lagunas de las mesetas de altura de la provincia de Santa Cruz. Fue en los años siguientes al mensaje de Chébez que especialistas de distintas disciplinas pertenecientes a las organizaciones Ambiente Sur y Aves Argentinas, con el apoyo de técnicos de Parque Nacionales, realizaron un exhaustivo conteo de la especie y dieron la voz de alarma: en poco más de dos décadas la población había decrecido un 80 por ciento. Comprendieron que era necesario establecer un área protegida que abarcara por lo menos parte de los ambientes que el macá utiliza para su reproducción.
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